Sylvia habría gritado a todo pulmón si no fuera por la gran bola de miedo que le ahogaba la garganta, impidiéndole pronunciar palabra alguna.
¡Tantas malditas bestias!
¡Y sentía como si todas la miraran como si fuera un gran trozo de carne jugosa y deliciosa!
La cabeza de Sylvia daba vueltas. Tenía miedo incluso de mover un músculo, preocupada de que pudiera provocar que las bestias los atacaran.
—Tranquila, gatita —se rió Mikel, sus palabras la hicieron saltar.
¡Sylvia se dio la vuelta para mirarlo con furia! Este hombre no tenía absolutamente ningún sentido. ¿Era esta realmente una situación para bromear?
¿Por qué diablos estaba tan tranquilo ahora? ¿Está ciego? ¿No puede ver que estamos completamente rodeados? ¡Y además por lo que parecía un millón de lobos del bosque!
Sylvia quería sacudir algo de sentido común en el maldito diablo.
Pero mientras lo miraba furiosa, Mikel simplemente se rió y bajó la mirada, haciendo que Sylvia también siguiera el movimiento de sus ojos.