Ruedas del destino Parte 2

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Sylvia se sobresaltó al mirar hacia la voz que la había llamado. Era una voz familiar que tenía el poder de sacarla incluso del vacío.

Era una voz que había anhelado escuchar y, sin embargo, al mismo tiempo, lágrimas calientes brotaron de sus ojos.

Su cuerpo tembló mientras su mirada se elevaba para ver al dueño de la voz.

Mikel estaba de pie frente a ella, mirándola fríamente. No había ni un rastro de amabilidad en sus ojos.

«Gracias a los cielos, está a salvo», pensó Sylvia. Dejó escapar un suave suspiro que se desvaneció cuando otra oleada de dolor la envolvió. Sus dientes se clavaron en sus labios, tratando de soportar el dolor.

Dolía. Realmente dolía.

Era casi como si los grilletes que la ataban supieran cuando lograba reunir una pequeña cantidad de fuerza. Inmediatamente la drenaban.

Sylvia levantó la mirada para verlo de nuevo, esperando que la vista de su rostro amoroso pudiera aliviar la miseria que estaba atravesando.