Un regalo trae caos.

El silencio cubrió toda la habitación y siguió una incomodidad inesperada. Algunas personas tragaron su comida como si estuvieran tragando trozos calientes de carbón y compartieron miradas desconcertadas. ¿Quién iba a decirle a Ruth, la princesa mimada y consentida, que esos coches no eran para ella?

La reacción incómoda no era lo que Ruth esperaba. Su silencio la inquietaba porque esperaba que sus padres la elogiaran por ser considerada. En cambio, evitaban su mirada a toda costa. Solo una persona estaba reaccionando y era Andre, su hermano más impredecible. Claramente se estaba ahogando de risa.

Su reacción hizo que Phoebe dejara escapar una risita ahogada, aunque también había estado tratando con todas sus fuerzas de no reírse.