El trabajo de una hija falsa nunca termina.

Edward se lavó la cara, hizo algunas llamadas y se reunió de nuevo con su familia. Tenía una sonrisa misteriosa en su rostro que despertó la curiosidad de todos sobre lo que tramaba.

Se sentó y miró a Phoebe.

—Cariño, sé el regalo perfecto para darte. He instruido a Alfie para que compre cuatro acres de tierra cerca del Lago Salado a tu nombre.

La rodaja de manzana que estaba a punto de entrar en la boca de Phoebe cayó debido a la sorpresa que le dio su padre.

[Papá Noel, padre, ¿podrías ser Papá Noel? ¿Cómo sabes exactamente qué regalo darme? ¿Has leído mi mente?]

Edward se rio de sus pensamientos y se dio una palmada en el pecho.

—Como trabajas con hierbas y demás, tu abuela mencionó que podrías usar tu propia plantación o jardines. ¿Qué piensas, papá es como Papá Noel, verdad?

—Papá, ¿cómo lo sabes? —soltó Phoebe.