Cómo han caído los poderosos.

Su confirmación más el firme asentimiento de la cabeza de André fue el último golpe para todos ellos. Jennie se desplomó en la silla como una muñeca sin vida y Edward apretó sus manos.

La anciana Mayfair estaba temblando y Collin se culpaba a sí mismo por haber sido tan ciego. Luke estaba enviando un mensaje a un médico del hospital para informarle sobre el paradero de Ruth, tramando venganza en su mente.

Apenas podían mirarse unos a otros durante cinco largos minutos, temporalmente perdidos en sus pensamientos. Había un silencio fantasmal excepto por el tictac del gran reloj en la pared de la sala de estar, los pájaros afuera en el jardín y una podadora cortando ramas de árboles.

Ninguno de ellos había imaginado jamás que Ruth cumpliría sus amenazas y llegaría a intentar matar a un miembro de la familia.

Alguien llamó a la puerta insistentemente, despertándolos a todos de su letargo.

—Adelante —llamó Edward.

Oman, el mayordomo, entró y se acercó a Edward.