Todo se derrumba.

Sus palabras eran realmente lo contrario de lo que ella esperaba escuchar. Lo miró en completo shock porque él también la estaba abandonando y conociendo sus ambiciones, probablemente era por Phoebe, esa zorra.

—¡Dijiste que me amabas! —dijo, con voz enojada.

—Te amo pero ahora que te han echado a la calle no puedo hacer nada al respecto, mi madre no me dejará casarme contigo. Me convertiré en el hazmerreír si te llevo a casa como mi esposa. Además, el amor por sí solo no puede sostener un matrimonio, quiero la conexión Mayfair querida. Estoy dispuesto a cuidar de ti si serás mi amante. Te amo, así que me aseguraré de que nunca te falte nada. Puedo comprar una casa grande, coches y todo lo que quieras.

Ruth se apartó de su contacto, asqueada por la sugerencia. ¡Ella era Ruth Mayfair! ¿Cómo se atrevía a sugerir que se convirtiera en su amante?

Dickson se burló. No quería burlarse de ella, pero era obvio que todavía necesitaba tiempo para entender su nueva realidad.