El viejo patriarca golpeó con fuerza la mesa y sacudió la cabeza. No estaba dispuesto a tolerar ninguna difamación contra Linda, especialmente no de su propia madre. No era como si tales palabras fueran a ayudar a la situación.
Una lágrima solitaria corrió por su mejilla demacrada mientras regresaba a su memoria el día de la boda de Linda. Recordaba la mirada vacía en sus ojos cuando fue obligada a caminar hacia el altar.
—Ella nunca quiso casarse joven, tenía grandes sueños de viajar y continuar sus estudios, pero tú, su propia madre, la obligaste a ese matrimonio.
Golpeó débilmente su muslo con el puño cerrado. Estaba lleno de arrepentimientos, debería haberse mantenido firme y protegido a su nieta favorita.