Gerald

—Por fin te he encontrado, Gerald.

Lucavion luchó por levantarse, su cuerpo adolorido por el impacto. Se forzó a ponerse de pie, sus ojos fijándose en la figura que acababa de aterrizar con un estruendoso boom.

El suelo tembló ligeramente bajo el inmenso peso del recién llegado, un hombre de complexión robusta y un aura de poder crudo y abrumador.

El hombre empuñaba un hacha enorme, su hoja brillando amenazadoramente en la tenue luz. Emanaba un aura que parecía distorsionar el aire a su alrededor, una fuerza palpable que presionaba sobre Lucavion y su maestro como un peso invisible.

—Alexander —dijo el anciano, su voz teñida de tristeza. Sus ojos, usualmente llenos de sabiduría y determinación, ahora reflejaban un profundo dolor no expresado.

—Gerald —respondió el hombre llamado Alexander, su voz un gruñido profundo y retumbante. Dio un paso adelante, el suelo agrietándose bajo sus pesadas botas—. Ha pasado mucho tiempo.

La tensión entre los dos hombres era palpable, una corriente subyacente de historia y conflicto que Lucavion podía sentir en sus huesos. Miró a su maestro, quien se mantenía firme, su mirada nunca apartándose de Alexander.

«¡El Duque!»

Lucavion sabía quién era este recién llegado. ¿Cómo no saberlo? Después de todo, era la misma persona que ordenó su exilio y su castigo de su familia.

El padre de la protagonista, Elara.

Y el padre de su ex prometida – Isolde.

La persona que lo llevó a este lugar. Era él.

Alexander Valoria.

El Duque del Imperio Loria.

Y uno de los seres más poderosos en todo este mundo.

Gerald, su maestro, ni siquiera le dirigió una mirada a Lucavion, su atención completamente centrada en la imponente figura de Alexander. El rostro del anciano era una máscara de tristeza y determinación, un reflejo de la pesada historia entre ellos. El silencio de Gerald era una clara señal para Lucavion: mantente oculto, pasa desapercibido.

Los ojos de Alexander recorrieron el claro, pero pasaron sobre Lucavion sin reconocerlo. Su atención estaba totalmente consumida por Gerald, el hombre que había buscado durante tanto tiempo.

—Así que te escondías en este lugar como una rata —se burló Alexander, su voz goteando desprecio.

Gerald negó lentamente con la cabeza, su expresión era de resignada aceptación. —No me estaba escondiendo, Alexander. He estado esperando. Esperando a que llegue el final.

La burla de Alexander se profundizó, su agarre apretándose en el hacha masiva. —Siempre tuviste un don para lo dramático, Gerald. Pero este no es momento para teatralidades. Es hora de saldar viejas cuentas.

El aire entre ellos crepitaba con tensión, una energía palpable que parecía distorsionar el espacio mismo a su alrededor. Lucavion, manteniendo su presencia lo más oculta posible, sintió el inmenso poder emanando de los dos hombres. Era un choque de titanes, un enfrentamiento que se había estado gestando durante años.

—¿Es esto realmente lo que deseas hacer? ¿Lidiar con un viejo débil como yo? —comenzó Gerald, sonriendo levemente—. ¿Ha caído tan bajo el poderoso Duque de la familia Valoria?

Los ojos de Alexander se clavaron en los de Gerald, una tormenta de emociones arremolinándose en ellos. —¿Honor? ¿Me hablas de honor? —escupió, su voz goteando desdén—. ¿Después de todo lo que nos hiciste, a ella?

Gerald negó lentamente con la cabeza, su expresión era de cansada tristeza. —No le hice nada, Alexander. Fue su propia elección desde el principio, y lo sabes tan bien como yo.

Un destello de dolor cruzó el rostro de Alexander, un vistazo momentáneo al pasado que ambos compartían. —Ella fue presionada, forzada a tomar esa decisión —gruñó—. Tú eras solo un plebeyo. Se suponía que ella debía ser mía.

Los ojos de Gerald se suavizaron con los recuerdos. —Éramos jóvenes entonces. Ambos la cortejamos, y ella me eligió a mí. Fue su decisión, no la mía. Las amenazas de tu padre no pudieron cambiar su corazón.

El agarre de Alexander se apretó en su hacha, el metal crujiendo bajo la presión. —No hables como si fueras inocente. Me la arrebataste.

—No puedes arrebatar lo que nunca fue tuyo para empezar —respondió Gerald con calma, aunque sus ojos reflejaban la misma profunda tristeza—. Ella tomó su decisión porque me amaba. Ninguna cantidad de títulos o amenazas podría cambiar eso.

El rostro del Duque se retorció de rabia y dolor. —Ella murió por tu culpa. Le di el lujo y la seguridad que todos desean. El honor, la gloria, todo le fue presentado. Sin embargo tú... La mataste porque no podías soportar el hecho de que no estuviera contigo sino conmigo.

Gerald negó con la cabeza, su voz llena de una tranquila determinación. —No lo hice porque estuviera celoso de ti ni nada por el estilo. Lo hice por ella.

Los ojos de Alexander se estrecharon, la confusión mezclándose con su furia. La sonrisa de Gerald era agridulce, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y comprensión. La luz de las estrellas a su alrededor pareció cambiar y titilar, formando el tenue contorno de un rostro en el aire.

—Esa era la expresión en su rostro cuando nos encontramos una vez más —dijo Gerald suavemente—. Durante mucho tiempo, creí que te había elegido a ti sobre mí. Pensé que la había perdido por tus títulos, tu riqueza y tu poder. Pero cuando la vi de nuevo, la mirada en sus ojos me lo dijo todo.

El rostro etéreo en la luz de las estrellas se volvió más definido, los contornos de una expresión gentil y triste volviéndose más claros. Era un rostro lleno de anhelo y resignación, un grito silencioso por libertad.

—No era más que un pájaro atrapado en una jaula con las alas rotas —continuó Gerald, su voz espesa de emoción—. ¿Cómo podía quedarme de brazos cruzados y dejar que tal destino consumiera a la persona que amaba? ¿Cómo podía hacer algo tan cruel como dejarla en esa prisión dorada?

La expresión de Alexander se volvió más furiosa con cada palabra que Gerald pronunciaba. Sus ojos ardían de furia, y su agarre en el hacha se apretó hasta que sus nudillos se volvieron blancos.

—Suficiente —rugió Alexander, su voz haciendo eco en el claro—. Te he dado la oportunidad de explicarte una última vez, pero sigues diciendo tales tonterías. —Apuntó el hacha masiva hacia Gerald, la hoja brillando amenazadoramente en la tenue luz—. Ya no toleraré las acciones de un traidor.

Gerald sonrió tristemente y, en su mano, se materializó una espada diferente a cualquier otra. Era completamente negra, llena de estrellas púrpuras brillantes como si el cosmos mismo hubiera sido capturado dentro de su hoja. La luz de las estrellas parecía bailar a lo largo del filo, proyectando un resplandor sobrenatural.

—No hay necesidad de adornar las palabras —dijo Gerald, su voz calma y resuelta—. Desde el momento en que viniste aquí, nunca tuviste la intención de escuchar.

Con un movimiento rápido, blandió la espada, el aire a su alrededor brillando con energía. —Ven, hermano. Hablemos de nuestras armas una última vez. Como en los viejos tiempos.

—No hay nada de qué hablar. Los viejos tiempos... tú los mataste.

¡SWOOSH!

Y en un instante, los ojos de Alexander se estrecharon, y se lanzó hacia adelante, su hacha descendiendo en un arco mortal.

¡CLANK!

El aire crepitó con energía mientras el choque de las armas enviaba chispas volando en todas direcciones. Gerald y Alexander, una vez amigos y rivales, ahora se enfrentaban como enemigos, su batalla infundida con el poder crudo de sus respectivos manas.

La espada de Gerald, infundida con el Mana de las Estrellas, brillaba con un resplandor celestial, su filo pareciendo cortar a través de la misma tela de la realidad. Cada movimiento dejaba rastros de polvo estelar en el aire, iluminando la noche con una tenue luz sobrenatural.

El hacha de Alexander, por otro lado, brillaba con un resplandor dorado radiante, el mana sagrado irradiando de ella, creando un marcado contraste con el arma etérea de Gerald.

Sus movimientos eran una danza de muerte, cada golpe calculado y preciso. La fuerza de Alexander era inmensa, su hacha cortando el aire con fuerza devastadora.

¡CLANK!

Gerald, sin embargo, se movía con una gracia y fluidez que desmentía su edad, su espada infundida de estrellas parando y desviando los poderosos golpes con facilidad.

—¿Es esto todo lo que tienes, Gerald? —se burló Alexander, su voz un gruñido bajo—. Te has vuelto débil.

Los ojos de Gerald se estrecharon, su agarre apretándose en su espada.

—La fuerza no es solo sobre la brutalidad, Alexander. Se trata de control, precisión y comprensión.

Con un repentino estallido de velocidad, Gerald acortó la distancia entre ellos, su espada destellando en una serie de golpes rápidos y precisos. Alexander apenas logró desviarlos, su hacha moviéndose en amplios arcos para defenderse del implacable asalto.

El aire a su alrededor brillaba con el choque de sus manas, las energías celestiales y sagradas colisionando en una deslumbrante exhibición de poder.

—Tus movimientos elegantes no te salvarán —se burló Alexander, su hacha brillando más intensamente mientras canalizaba más de su mana dorado—. ¡Esto termina ahora!

Con un poderoso rugido, Alexander blandió su hacha en un amplio arco, liberando una ola de energía dorada que surgió hacia Gerald. El suelo tembló bajo la fuerza del ataque, los árboles astillándose y los escombros volando en todas direcciones.

Los ojos de Gerald brillaron con feroz determinación mientras levantaba su espada, el Mana de las Estrellas arremolinándose a su alrededor.

Con un movimiento rápido y fluido, cortó el aire, desatando un torrente de luz estelar que colisionó con la ola dorada de Alexander. Las dos fuerzas se encontraron con un impacto explosivo, la onda de choque resultante ondulando a través del bosque y enviando a ambos combatientes deslizándose hacia atrás.

—Siempre fuiste terco, Alexander —dijo Gerald, su voz calma a pesar de la intensidad de la batalla—. Pero has olvidado una cosa.

—¿Y qué es eso? —escupió Alexander, sus ojos ardiendo de furia.

La sonrisa de Gerald era triste y conocedora.

—Las estrellas nunca se desvanecen.

「Espada Estrella Caída de Vacío. Caída de Estrella del Fin.」

-----------------------

Puedes revisar mi discord si lo deseas. El enlace está en la descripción.

Estoy abierto a cualquier crítica; puedes comentar sobre cosas que te gustaría ver en la historia.

Y si te gustó mi historia, por favor dame una piedra de poder. Me ayuda mucho.