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—Haaaaah... Haaaaah...
Abrí los ojos, jadeando en busca de aire. El bosque a mi alrededor estaba quieto; el único sonido era mi propia respiración entrecortada.
La oleada de energía había pasado, dejando una sensación de calma y satisfacción a su paso.
—Haaaaah...
Pero mientras mi respiración se calmaba lentamente, comencé a sentir algo inusual. Mis manos picaban, una extraña sensación de hormigueo se extendía por ellas. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, y mi visión se tornó ligeramente púrpura.
La oscuridad del cielo nocturno estaba llena de tenues líneas de energía como si el cosmos yaciera entre ellas.
«¿Qué me está pasando?», me pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y aprensión. Mi mano alcanzó mi espada, desenvainando el largo estoque de donde estaba asegurado.