Llama del Equinoccio

Me agité, mis ojos se abrieron lentamente ante la tenue luz de la madrugada. El mundo poco a poco se fue enfocando, y lo primero que noté fue lo... renovado que me sentía.

Mi cuerpo, que había estado atormentado por el dolor y el agotamiento, ahora parecía vibrar con energía, como si se hubiera revitalizado durante la noche.

Parpadeé, observando mis alrededores. El recuerdo de los eventos antes de que me desmayara era borroso al principio, pero mientras yacía allí, la niebla en mi mente comenzó a disiparse.

«¿Qué... pasó?»

Me senté lentamente, mis músculos respondiendo con una facilidad que era casi sorprendente.

Lo último que recordaba era el Fuego de la Vida corriendo a través de mí, una fuerza salvaje y caótica que sentía que me desgarraría.

Y luego, la energía abisal—fría, controlada, e igualmente poderosa—contraatacó, chocando con la fuerza vital dentro de mi núcleo.

Y entonces... los forcé a fusionarse.