—Ahora, hablemos de la verdadera razón por la que viniste aquí.
Ante las palabras de Lucavion, Ragna saltó repentinamente, todo su cuerpo tensándose como si hubiera sido golpeado por un rayo. Se estremeció visiblemente, sus ojos abiertos con una mezcla de pánico y comprensión. Por un momento, pareció perdido, como si el peso del encuentro anterior hubiera nublado completamente sus pensamientos.
—¡Ah, cierto! —tartamudeó Ragna, con voz apresurada—. Yo... olvidé la razón por la que vine aquí. —Miró a Lucavion, luego a Greta, antes de volver a Lucavion con una mirada de desesperación, claramente nervioso—. ¡Sir Roderick! Me envió a buscarte. Está pidiendo reunirse contigo. Es... importante.
Lucavion observó los movimientos frenéticos del hombre con una expresión tranquila, casi divertida. Los nervios de Ragna estaban destrozados, y la tensión de antes aún no lo había abandonado por completo, pero Lucavion podía sentir la urgencia en sus palabras.