Reunión con el Barón

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Cuando las puertas crujieron al abrirse, la mirada de Lucavion se posó en el cálido comedor suavemente iluminado que se extendía más allá. La mesa larga ya estaba puesta, y sentados en ella estaban el Barón y su familia. En la cabecera de la mesa se encontraba el Barón mismo, vestido con ropa sencilla pero finamente confeccionada que hablaba más de practicidad que de ostentación. A su lado estaba su esposa, una mujer de gracia gentil con ojos amables, y frente a ella estaba Ron, el hijo del Barón, el mismo muchacho que Lucavion había salvado de los bandidos. Los ojos del chico se iluminaron en el momento en que vio a Lucavion, con una mezcla de admiración y gratitud brillando en su mirada.

El Barón se levantó de su asiento, con una sonrisa acogedora cruzando su rostro mientras hacía un gesto para que Lucavion entrara.

—Señor Lucavion —comenzó, con voz cálida y sincera—, nos honra que haya aceptado nuestra invitación para acompañarnos a cenar. Por favor, póngase cómodo.