—No estoy ofreciendo esto como el Barón de Costasombría sino como un padre cuyo hijo fue rescatado. No utilicé los fondos del territorio para esto; es de mis propios ahorros. Espero que lo aceptes.
Lucavion se congeló por una fracción de segundo, las palabras del Barón, «como un padre cuyo hijo fue rescatado», removiendo algo profundo dentro de él. Los recuerdos —amargos y dolorosos— surgieron sin ser invitados a la superficie, pero tan rápido como vinieron, los empujó de vuelta. Su compostura regresó, aunque el breve destello de emoción no pasó desapercibido para el Barón y su esposa.
—Aprecio su generosidad —comenzó Lucavion, su voz firme pero con un toque de reluctancia—. Pero ya he recibido lo que necesitaba de usted. Cualquier regalo adicional haría las cosas... complicadas.
Antes de que pudiera terminar, la esposa del Barón intervino, su voz suave pero firme.