Consiguiendo la Espada

El sol de la mañana aún no había salido cuando Valeria se despertó de su sueño.

«Suspiro... Es un desastre...»

Su mente, ya activa, parecía haber estado despierta mucho antes que su cuerpo, preocupada por lo que le esperaba.

Había pasado gran parte de la noche pensando en el torneo en Andelheim, la oportunidad que presentaba y la presión que conllevaba. Esta no era una competencia ordinaria—esta era su oportunidad de recuperar su orgullo, de probar su valía como caballero y de restaurar algo de dignidad después de su desafortunado viaje.

Valeria se incorporó, sus ojos violetas parpadeando contra la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas. Sus pensamientos ya estaban en su entrenamiento. Como siempre, la disciplina era la base de su mañana. No importaba cuánto pesara en su mente, su rutina nunca flaqueaba.