Lucavion salió de la oficina de Roderick, el fresco aire nocturno acariciando su rostro mientras caminaba por las calles empedradas de Costasombría. El pueblo estaba más silencioso de lo habitual, la tensión de la reciente amenaza de los bandidos finalmente se disipaba. Con Korvan y sus lugartenientes muertos, la gente podía respirar de nuevo, libre del terror que los había atormentado durante meses. Podía sentir el sutil cambio en la atmósfera—un alivio subyacente que pulsaba a través del pueblo.
Caminaba con determinación, pero su mente divagaba mientras observaba a la gente a su alrededor. Algunos habían comenzado a retomar sus rutinas, los niños jugando en las calles, los comerciantes montando sus puestos nocturnos, y los aldeanos charlando frente a sus casas. Las sombras del miedo se habían retirado, reemplazadas por un optimismo cauteloso de que la vida podría volver a una apariencia de normalidad.