En la noche de Andelheim, Varen y su grupo caminaban por las calles tenuemente iluminadas, el sonido de sus botas haciendo eco contra los adoquines, la tensión de la posada aún persistía en el aire. La mayoría caminaba en silencio, sus mentes repasando los eventos anteriores, inseguros de si debían sentirse victoriosos o incómodos.
Finalmente, uno de los hombres más jóvenes, un muchacho de cabello castaño corto y expresión firme, aclaró su garganta, rompiendo el silencio. Este era Darius, el segundo más fuerte del grupo, alguien que había ganado respeto por su poder consolidado dentro de las filas. Su voz cortó el silencio.
—Varen —comenzó, con un tono tranquilo pero desafiante—. ¿Realmente necesitabas hacer eso? Es decir... ¿no te excediste un poco allá atrás?
Los otros hombres se miraron entre sí, la tensión ondulando a través del grupo. El aire se volvió más frío mientras todos los ojos se volvían hacia Darius, sintiendo la confrontación que se avecinaba.