Joven

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Al día siguiente, cuando el sol se alzaba sobre la bulliciosa ciudad de Andelheim, Valeria se abría paso por las calles, sus pasos decididos y su mente concentrada. La calma persistente de su entrenamiento matutino le daba una sensación de claridad, aunque el peso del torneo por delante aún descansaba sobre sus hombros.

Las calles ya estaban llenas de actividad. Los vendedores gritaban a los transeúntes, mostrando sus mercancías —espadas, armaduras y pociones—, todas dirigidas a los guerreros y magos que se preparaban para el torneo. El zumbido de la emoción llenaba el aire, pero Valeria prestaba poca atención a ello, sus pensamientos fijos en la tarea que tenía entre manos.