Gremio

Después de salir de la posada, Valeria se encontró caminando junto a Lucavion por las concurridas calles de Andelheim. La ciudad aún bullía de actividad, el murmullo de emoción del torneo mezclándose con la vibrante atmósfera de vendedores pregonando sus mercancías, músicos tocando en las esquinas y gente deambulando con propósito.

Valeria realmente no había planeado esta parte del día. Con tanto tiempo hasta la noche, y nada particularmente urgente en su agenda, se sentía extrañamente a la deriva. Miró de reojo a Lucavion, quien parecía perfectamente cómodo, moviéndose entre la multitud con ese mismo paso despreocupado que siempre tenía. No tenía prisa, y no había una dirección clara en su deambular, pero de alguna manera, lograba mezclarse con el flujo de la gente sin esfuerzo.

—¿Siempre vagas así sin rumbo? —preguntó Valeria, su voz cortando a través del ruido que los rodeaba.