Estallado

—Oye, Valeria. Si sigues ahí parada pensando tan intensamente, te saldrán arrugas. No quieres eso, ¿verdad?

¿Arrugas? ¿En serio? ¿Esta era su idea de ayudarla? Había pasado años esforzándose, soportando noches sin dormir, tratando de dominar un arte de cultivo que había dejado de funcionar—luchando con uñas y dientes contra un obstáculo que se negaba a romperse—y este era el consejo que le ofrecía. ¿Un comentario estúpido y vacío sobre arrugas?

—¡Idiota! —explotó Valeria, su voz más fuerte de lo que pretendía. Podía sentir el calor subiendo a su rostro, la frustración desbordándose—. ¡¿Crees que todo es una broma, verdad?! ¡Nunca te tomas nada en serio! ¡Tú—tú no entiendes nada!

Lucavion parpadeó, su sonrisa vacilando por un momento, pero luego volvió con una sonrisa burlona.

—Oye, cálmate, Valeria. No hay necesidad de estar tan tensa todo el tiempo. No es bueno para tu salud. Además, las arrugas...