Por otro lado, cuando Lucavion y Valeria se fueron, las batallas continuaron en la arena.
El lugar vibraba con la energía de la multitud, un mar de rostros que se difuminaban entre sí, todos esperando presenciar el siguiente espectáculo.
El joven muchacho estaba de pie en el ring, su pequeña figura envuelta en una capucha oscura, las sombras ocultando su rostro de quienes observaban. A su alrededor, el suelo polvoriento estaba marcado por las huellas de innumerables guerreros que ya habían luchado—y caído.
Frente a él, su oponente, un hombre imponente vestido con cota de malla y empuñando una espada dentada, lo miraba con desprecio, sus labios curvándose con desdén.
—Heh... huelo a un bestia kin aquí. ¿Cómo te atreves a mostrar tu cara aquí, después de todas las cosas que han hecho?