Jeje

Cuando la puerta se abrió, un silencio tenso se apoderó de la sala. Todas las cabezas se giraron cuando Lucavion entró en el salón, su presencia inmediatamente llamando la atención. Su expresión estaba tan compuesta como siempre, con una leve sonrisa burlona en la comisura de sus labios, como si fuera perfectamente consciente de la tormenta que su victoria había provocado.

La mirada de Valeria se agudizó mientras lo observaba, notando el aire relajado y casi casual con el que se movía.

Acababa de humillar a un discípulo superior de la Secta Cielos Nublados, un hecho que no parecía pesarle en lo más mínimo. Pero su entrada no había pasado desapercibida. Al otro lado de la sala, los discípulos de la Secta Cielos Nublados lo miraban con hostilidad, sus rostros oscurecidos por el odio.

—¡Tú! ¡Cómo te atreves a mostrar tu cara!