Por otro lado

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En la tranquila intimidad de la posada donde se alojaba la Secta Cielos Nublados, una tensa y ardiente ira llenaba el aire. Los discípulos se reunieron, cada uno en silencio pero visiblemente rebosante de frustración, sus expresiones sombrías mientras recordaban los acontecimientos con Lucavion. Su burlona negativa y su abierto desdén no habían sido más que una bofetada, no solo para Zerah, sino para toda la secta.

¿Y la forma en que había humillado a uno de sus discípulos así en la pelea donde todos estaban mirando? ¡Eso era básicamente un desafío!

Varios discípulos intercambiaron miradas, con las manos apretadas en puños, mientras algunos caminaban por la habitación, murmurando amargamente entre dientes. Cada uno de ellos no deseaba nada más que darle a ese arrogante sinvergüenza una lección que no olvidaría. Que su venerada secta fuera insultada tan abiertamente era una ofensa imperdonable, un desafío que exigía retribución.