La arena estaba en silencio, la multitud conteniendo la respiración mientras Varen Drakov y El Monje entraban al ring. Sus auras chocaron en el momento en que se enfrentaron: una intensidad feroz y ardiente contra una calma inquebrantable. La túnica plateada y roja de Varen ondeaba en el viento, su presencia irradiando fuerza y confianza, mientras que el simple atuendo marrón de El Monje y su comportamiento tranquilo emanaban un aire de profunda disciplina.
¡SWOOSH!
Varen rotó sus hombros, su espada descansando ligeramente en su mano. Su maná ardiente cobró vida a su alrededor, proyectando un tenue resplandor en el suelo de la arena. Podía sentir el peso de la anticipación de la multitud, sus ojos fijos en los dos combatientes.
«El Monje —pensó, entrecerrando la mirada mientras evaluaba a su oponente—. Sin afiliación pero no menos peligroso. Su estilo prospera contra el mío—adaptativo y controlado. Esperará a que cometa un error. No puedo darle esa apertura».