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Algunas personas podrían hacer la pregunta:

—¿Cómo puedo estar tan segura? —La respuesta es simple: eran una organización importante en la novela.

En un mundo con elementos de harén inverso, tener una organización luchando por la «liberación» no estaba fuera de lugar. Era casi predecible, un elemento básico del género. Pero al menos el autor tuvo el sentido de presentarlos como villanos en lugar de una facción idealista. La Secta de los Cielos Nublados no se trataba de libertad; se trataba del poder disfrazado de virtud, la indulgencia envuelta en retórica.

Y en el centro de todo estaba ella: Lira Vaelan, el Trueno Silencioso, la estrella en ascenso de la secta y su mayor manipuladora.