El salón estaba en silencio excepto por el suave zumbido de la pantalla mágica que mostraba la pelea. Mi mirada permaneció fija en el escenario, observando cómo Valeria mantenía su posición contra Varen Drakov. Había llegado lejos, mucho más lejos de lo que esperaba. Cada movimiento de su Zweihänder llevaba más que fuerza; llevaba resolución, propósito. Sus movimientos se habían refinado, su maná más afilado, su determinación inquebrantable incluso frente a una fuerza abrumadora.
«Ha mejorado mucho», pensé, con una pequeña sonrisa tirando de las comisuras de mis labios. Viéndola ahora, luchando con tanta claridad, era difícil no sentirse... orgulloso. No que se lo fuera a decir, por supuesto. Eso solo inflaría su ya insoportable sentido de autoestima.