Valeria apretó su agarre en la empuñadura de su Zweihänder, su respiración estabilizándose mientras encontraba la intensa mirada de Varen. Podía sentir el peso de su mana presionándola, el calor opresivo de sus llamas irradiando con cada movimiento. Su sola presencia era suficiente para hacer que el aire se sintiera pesado, como si el campo de batalla mismo se inclinara ante su dominio.
Cambió su postura ligeramente, su armadura reflejando la luz del sol mientras se preparaba para enfrentar su siguiente asalto.
«No es un oponente ordinario», pensó, entrecerrando los ojos. «Su esgrima es refinada, deliberada. Cada golpe tiene propósito».
Y no se equivocaba. Varen se movía con la gracia de un guerrero experimentado, cada movimiento de su espada magna preciso y calculado. Combinado con la fuerza abrumadora de su mana, era una fuerza a tener en cuenta.