Lucavion se apoyó en el mostrador, su sonrisa burlona suavizándose en algo más genuino.
—¿Cómo están los niños? —preguntó, su tono más bajo ahora, pero no menos curioso. Era claro que se refería a Sena y Riken, los hermanos zorro de piel que había traído al cuidado de la Dama de Hierro.
El rostro de Liora se iluminó con una sonrisa, recuperando su habitual alegría.
—Están bien —dijo cálidamente—. Sena... bueno, ella es buena adaptándose. Aprende rápido y está ansiosa por ayudar. Ya se ha hecho sentir como en casa, realmente. Pero Riken... —Su sonrisa se atenuó ligeramente, aunque su afecto permaneció—. Él es un poco diferente. Todavía lleva esa mirada consigo, ¿sabes? Esa expresión cerrada. Algunos clientes piensan que es arrogante por eso.
Lucavion asintió, su sonrisa burlona convirtiéndose en una sonrisa conocedora.