Chica, olvidaste tu comida (3)

Mientras los fuegos en su núcleo se solidificaban, una energía profunda y resonante se extendió hacia afuera, envolviendo el cuerpo de Valeria. El aire a su alrededor brillaba tenuemente mientras su maná aumentaba, presionando contra los límites de su forma física y espiritual. El avance había comenzado en serio.

La respiración de Valeria se ralentizó, constante y deliberada, mientras alcanzaba las hierbas y artefactos cuidadosamente preparados a su lado. Trituró las hierbas hasta convertirlas en un polvo fino, mezclándolas con un pequeño frasco de extracto líquido de maná, y lo bebió de un solo trago. La mezcla le quemó mientras bajaba por su garganta, pero no se inmutó. En cambio, se concentró en la forma en que aumentaba la energía que giraba a través de ella, estabilizando el flujo salvaje de maná.