—Estoy aquí para ver a Lucavion. Estoy con él.
Se sintió molesta.
Ya fuera que hubieran empezado como algo normal o no, Valeria sabía que tenía todo el derecho de estar allí por Lucavion a estas alturas.
Ya que ella misma era alguien que había estado con él durante mucho tiempo.
Los guardias intercambiaron una breve mirada, sus expresiones no revelaban emoción alguna.
—Disculpe, Lady Valeria —respondió el otro guardia, con tono cortés pero firme—. El Marqués ha dado órdenes explícitas. No se permite que nadie lo siga o lo moleste.
El ceño de Valeria se frunció, un destello de irritación cruzó sus facciones. Era muy consciente de la influencia del Marqués, pero esto parecía excesivo.
—¿Saben quién soy? —preguntó, con voz baja y firme, llevando un inconfundible tono de autoridad.