¡QUÉ! (2)

La sala estalló en el momento en que las palabras salieron de la boca de Lucavion.

—¿Caza de Brujas? —la voz de Valeria era cortante, su tono teñido de incredulidad y un toque de alarma.

A su lado, el comportamiento habitualmente sereno de Nadoka se hizo añicos mientras su voz se unía. —¿Caza de Brujas? —las palabras resonaron en el espacio, su mirada afilada fija en Lucavion como una hoja lista para atacar.

La frase ominosa quedó suspendida en el aire, pesada y opresiva. Pero lo que atrajo aún más la atención, lo que pareció absorber el calor mismo de la habitación, fue la sonrisa que se curvaba en los labios de Lucavion. No era una sonrisa casual ni una mueca traviesa—era algo más oscuro, algo que helaba la sangre. La curva de sus labios y el brillo en sus ojos irradiaban una amenaza tácita, como si hubiera conjurado al diablo mismo en el comedor.