—Por ejemplo, este podría ser el camino perfecto para tu entrada a la política central.
La mirada del Marqués se agudizó, sus ojos entrecerrados mientras me estudiaba. La más leve sonrisa tiraba de sus labios, aunque no llegaba a sus ojos.
—¿Y qué te hace pensar que estoy interesado en la política central, Lucavion? —preguntó, su voz baja pero con un peso inconfundible.
Sostuve su mirada, sin inmutarme, mientras me reclinaba en mi silla, con una sonrisa jugando en mis labios.
—Solo una suposición —respondí suavemente, mi tono ligero pero deliberadamente vago.
La habitación pareció tensarse aún más, el suave tintineo de la taza de té de Nadoka contra su platillo era el único sonido que rompía el silencio. Valeria miró entre nosotros, su expresión cuidadosamente compuesta, aunque noté el sutil fruncimiento de su ceño mientras observaba el intercambio.
El Marqués exhaló lentamente, sus dedos golpeando ligeramente contra la mesa.