En el momento en que Thailon empujó la puerta, la escena que lo recibió le heló la sangre.
La sangre estaba salpicada por las paredes, formando charcos en el suelo de mármol pulido. La habitación, que una vez fue símbolo del poder y autoridad de Vaelric, era ahora un grotesco cuadro de violencia. En el centro de la carnicería yacía un cuerpo, o más bien, lo que quedaba de uno. Solo quedaba la mitad inferior, el torso y la cabeza habían desaparecido por completo. Los restos desmembrados estaban retorcidos y grotescos, como si hubieran sido destrozados por algo monstruoso.
Los ojos de Thalion se abrieron con horror al reconocer las túnicas desgarradas y empapadas de sangre en la mitad inferior del cuerpo.
—¿P-Padre? —tartamudeó, con voz apenas audible. Sus piernas se debilitaron, su pecho se tensó mientras la realización se hundía. Este cadáver mutilado... pertenecía a Vaelric.