3 días después, mansión del Duque

Dentro de la mansión del Duque, una habitación estaba en silencio, siendo el único sonido el rítmico golpeteo de las olas contra la costa distante.

Aeliana estaba sentada junto a su cama, su esbelta figura envuelta en su habitual túnica pesada. Se recostó contra el cabecero acolchado, su respiración uniforme mientras miraba fijamente al techo.

De repente, un dolor agudo estalló en su pecho, como una garra desgarrando sus pulmones. Sus ojos se abrieron mientras se agarraba la garganta, jadeando por aire. Antes de que pudiera gritar, un sabor metálico y húmedo llenó su boca.

—¡Burghk-!

Una tos violenta sacudió su cuerpo, y cuando retiró su mano, estaba manchada de carmesí.

Su respiración se volvió entrecortada mientras miraba la sangre en su palma, su visión borrosa. El pánico se apoderó de ella mientras se doblaba, temblando.

La puerta se abrió de golpe, y su doncella, Liana, entró corriendo, su rostro pálido de preocupación.