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La siguiente oleada comenzó con un gruñido bajo y resonante que parecía vibrar en el aire. El mar se agitó violentamente, su superficie rompiéndose mientras emergían más formas monstruosas. Esta oleada era más grande, más feroz, sus gruñidos guturales y gritos espeluznantes haciendo eco a través del campo de batalla.
La respiración de Aeliana se entrecortó ligeramente mientras agarraba la barandilla con más fuerza. Los aventureros y mercenarios respondieron al instante, sus formaciones cambiando con precisión practicada mientras se preparaban para enfrentar a la horda que se aproximaba.
Se obligó a apartar la mirada del joven que había estado observando. Su curiosidad ardía más intensamente ahora—si alguien como él existía en este teatro caótico, seguramente habría otros. No quería perdérselos, no cuando el campo de batalla rebosaba de potencial.