Monstruo evolucionado

Los golpes de Lucavion se volvieron más precisos, sus movimientos fluidos como si el caos del campo de batalla fuera simplemente una danza bien ensayada. El avance fluyó a través de él, una oleada de energía como nunca antes había sentido. Su [Llama del Equinoccio] ardía más brillante, más estable, la dualidad de la vida y la muerte perfectamente equilibrada en cada parpadeo. No era solo poder; era maestría, la culminación de sus luchas manifestándose en cada paso calculado, cada preciso movimiento.

«Puedo sentirlo», pensó Lucavion, su espada cortando el aire con un zumbido que resonaba con su nueva fuerza. «Las piezas que me faltaban... finalmente han encajado en su lugar».

El campo de batalla tembló mientras los monstruos, sintiendo el cambio en su aura, dudaron antes de cargar de nuevo. Esta vez, sus rugidos llevaban un tono desesperado. La presencia de Lucavion ya no era solo una amenaza; era una declaración. No estaba aquí para sobrevivir—estaba aquí para dominar.