Debajo (2)

El murmullo de voces se elevaba constantemente en la caverna, fracturado por la tensión palpable entre los grupos de sobrevivientes. Mientras Aeliana se apoyaba contra la pared irregular de la cuenca, con respiraciones superficiales e irregulares, observaba cómo los sobrevivientes comenzaban a formar sus facciones.

Los mercenarios fueron los primeros en unirse, su comportamiento rudo y pragmático era evidente en la forma en que hablaban con frases cortantes y evaluaban su entorno. No perdían tiempo con simpatías, en cambio priorizaban la supervivencia. Uno de ellos, un hombre de hombros anchos con una cicatriz que le recorría la mejilla, ladraba órdenes a los demás.

—Manténganse alerta —gruñó—. Este lugar no es seguro. Podría haber más trampas, o algo peor.