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—No en mi guardia.

La visión de Aeliana se enfocó de golpe

Y ahí estaba él.

Luca.

Frente a ella.

De pie entre ella y el ataque del Kraken.

Su estoque brillaba, bloqueando el enorme tentáculo, con luz estelar del vacío chispeando a lo largo de su filo. La fuerza del impacto envió ondas de choque a través del campo de batalla, su abrigo ondeando, su postura inquebrantable.

A pesar de la sangre goteando de sus labios.

A pesar de las heridas a lo largo de sus costillas.

A pesar del hecho de que apenas podía mantenerse en pie.

Él seguía allí.

Aeliana lo fulminó con la mirada, su cuerpo aún atormentado por el dolor, su respiración irregular, sus venas malditas pulsando con energía inestable

Y sin embargo, su ira ardía más intensamente que todo eso.

—Tú... —siseó, su voz ronca de furia—. ¡Maldito bastardo...!

Luca apenas la miró, solo desviando sus ojos hacia un lado por el más breve segundo. Y por supuesto—por supuesto

Sonrió con suficiencia.