Duque (2)

El Duque estaba aquí.

Thaddeus se movía como una tormenta encarnada.

Su espada era un borrón, crepitando con mana pura, cada tajo enviando arcos de energía que desgarraban a las criaturas como si no fueran más que niebla. Cada golpe llevaba precisión—cortando a través de carne endurecida, cercenando extremidades, borrando cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

Y los soldados

Lo seguían.

Los caballeros se reagruparon, escudos en alto, formaciones estrechándose. Los magos se reunieron, sus hechizos entrelazándose en devastadoras olas de furia elemental.

Ya no estaban simplemente sobreviviendo.

Estaban ganando.

Thaddeus no se detuvo. Su hoja destelló, una media luna de energía tormentosa cortando el aire, rebanando a través de un horror serpentino masivo que se había abalanzado hacia uno de los barcos.

Un aullido nauseabundo estalló mientras la bestia se desplomaba en el agua, su cuerpo desintegrándose en icor negro.