El hombre encapuchado no respondió al arrebato de Hao Ye. En cambio, se movió con una gracia tranquila, casi indiferente, cada una de sus acciones precisa y medida.
Los furiosos ataques de Hao Ye parecían encontrarse con una pared invisible, cada golpe desviado o neutralizado con un mínimo esfuerzo.
La multitud observaba en un silencio atónito. Incluso aquellos que habían dudado de la fuerza del hombre encapuchado ahora se inclinaban hacia adelante, con los ojos pegados al escenario.
Después de todo, no pensaban que tendrían la oportunidad de presenciar una pelea entre dos genios del Reino de Gran Condensación de Qi antes de la competencia real.
Incluso aquellos que se habían levantado para irse volvieron a sus asientos mientras continuaban observando con emoción.
—Hah... Hah...
La respiración de Hao Ye se volvió entrecortada, su energía agotándose rápidamente.
Su expresión, antes arrogante, ahora era de desesperación e incredulidad.