La Razón

El pasillo en el segundo piso de los Scavos tenía varios cientos de metros de largo, comparable al de un hotel. Cuando Emilia vino la última vez, no le prestó mucha atención. Esta vez, mientras Vicente la guiaba por el pasillo tomándola de la mano, finalmente tuvo la oportunidad de observarlo cuidadosamente. Había perlas nocturnas colgando una tras otra sobre su cabeza, alfombra gris oscuro bajo sus pies, y caracteres negros y dorados grabados en la pared. Emilia no reconocía esas palabras. Lo que vio fue una pared llena de ellos, brillando tenuemente bajo las luces de las perlas nocturnas.

Vicente se detuvo frente a una puerta. En el momento en que su dedo tocó la puerta, esta se abrió con un clic.