Julian se sentó en la parte trasera de su lujoso coche, ajustándose ligeramente el traje. Su expresión facial era neutral, pero la tensión en el coche era alta.
—Jefe, ¿está seguro de que necesita hacer esto? —preguntó Noah desde el asiento del conductor, encendiendo el motor.
Julian hizo contacto visual con Noah a través del espejo.
—A menos que tengas una mejor idea, entonces sí —. Su voz era tranquila y tenía un tono ligeramente burlón.
Noah bajó la cabeza, incapaz de responder. Ha estado tratando de pensar en diferentes formas de atraer a Damien fuera de su escondite, pero no se le ocurría nada. Los últimos meses habían hecho mella en él, haciéndole sentir inútil por no poder ayudar más a Julian.
Julian vio la expresión abatida en el rostro de Noah y sonrió.
—No seas tan duro contigo mismo. No es como si realmente fuera a morir —dijo.
Noah mostró una pequeña sonrisa de autodesprecio.
—¡Pero tendrás que pasar años, si no el resto de tu vida, escondido!