Julian condujo la lujosa autocaravana por el largo camino de entrada, estacionándola a una distancia prudente de la granja.
Rayne notó que muchas de las personas dentro asomaban la cabeza, observando la brillante autocaravana.
Fred incluso salió de la casa con una expresión de asombro. —¡Vaya, parece que estamos en presencia de gente importante! ¡Jaja! —se rió cordialmente.
Rayne y Julian salieron de la autocaravana y sonrieron, felices de que nadie pareciera celoso o demasiado envidioso.
—Ah, gracias. Solo tuvimos la suerte de conseguir esta belleza desde el principio —respondió Julian.
Los siguientes minutos consistieron en un pequeño recorrido por el interior de la autocaravana, ya que Fred se moría por verla.
—¡Vaya, nunca encontrarías algo así en estas zonas rurales. ¡Agradezco que me hayan abierto los ojos a la existencia de algo tan grandioso! ¡Jaja! —se rió Fred. Esta autocaravana sería tema de conversación durante muchos años.