El sudor empapaba la frente de Cárter mientras corría. No en el mundo real, sino en su mente. En su sueño. Volvía a ver el momento: Alis gritando, la nave enemiga rugiendo en el cielo, el capitán enemigo alzando su arma. Cárter gritaba su nombre, corría hacia ella, pero era tarde. El disparo lo alcanzaba, y su cuerpo caía en la oscuridad…
Despertó de golpe.
Su respiración era agitada. "Solo una pesadilla…" se dijo, aunque su corazón aún latía como si hubiera vivido cada segundo de ese horror. Miró a su alrededor: las paredes del departamento, el colchón duro bajo su cuerpo, la luz filtrándose por la ventana. Pero no estaba Ron.
Cárter se asomó y observó la ciudad. Aquellos rascacielos de hierro, las luces artificiales, los autos pasando como bestias sin alma… todo era ajeno. Apretó los dientes. No se sentía parte de ese lugar. No sin ella.
Pasaron las horas.
Ron regresó cargando una bolsa con víveres, tarareando bajito. Pero al entrar, su expresión se congeló. Cárter estaba rodeado de papeles, mapas dibujados a mano, fórmulas y flechas cruzadas. Un caos de ideas. Un plan.
—¿Qué… qué haces? —preguntó Ron, extrañado.
—Estoy creando un plan para salvar a mi familia —respondió Cárter, sin levantar la vista—. Ellos podrían estar atrapados en cualquier rincón de esta galaxia… y yo aquí perdiendo el tiempo.
Ron alzó una ceja.
—Este chico está mal de la cabeza —murmuró.
Cárter apareció a su lado en un abrir y cerrar de ojos. Su velocidad era antinatural. Ron ni siquiera lo vio moverse. Un golpe seco lo tiró al suelo.
—¡No digas tonterías! Esto es serio —dijo Cárter con voz fría.
Ron se frotó la cabeza, molesto. Acomodó las cosas, suspirando.
—Debería haber muerto en vez de ayudar a este vago loco de la calle —pensó—. Pero cumplió su parte… me dejó ir.
De pronto, todo comenzó a temblar. Ron se asomó por la ventana.
—¡Cárter! ¡Un asteroide! ¡Está cayendo!
Cárter miró al cielo. Una esfera ardiente surcaba las nubes, dirigiéndose al otro extremo de la ciudad. Sin dudarlo, ambos salieron.
La zona ya estaba acordonada por oficiales. Bloqueaban las calles con barreras metálicas y armas en mano. Cárter, sin miedo, caminó entre ellos, como si fuera invisible. Le hizo una seña a Ron.
Ron, algo nervioso, trató de avanzar, pero una rama crujió bajo sus pies. Los oficiales lo detectaron.
—¡Hey tú! ¡Alto!
Ron corrió hacia Cárter. Cuatro oficiales comenzaron a perseguirlos. Cárter saltó con agilidad sobre una cerca, trepando a las ramas de un árbol. Ron se quedó boquiabierto. ¿Cómo alguien podía moverse así?
Los oficiales perdieron a Cárter de vista, y Ron, usando su habilidad para manipular rocas, se ocultó entre la tierra. Cuando el asteroide finalmente impactó, no hubo una explosión. Era más pequeño de lo que esperaban. Y era… una cápsula.
Ambos se acercaron con cautela. El metal humeante ardía, pero luego se abrió lentamente. No salió nada. Cárter se asomó…
—¡Alis! —susurró.
Ella estaba inconsciente, pero viva. Sin perder un segundo, Cárter la tomó en brazos. Entonces, las alarmas sonaron.
—¡Ustedes! ¡Deténganse! ¡Aléjense del objeto!
Cárter corrió. Ron lo siguió, jadeando. Ambos esquivaron a los oficiales y lograron regresar al departamento por una ventana. Cárter colocó a Alis sobre la cama con cuidado.
Ron encendió la televisión. La noticia era clara: "Dos jóvenes han robado una cápsula de origen desconocido. Se les considera peligrosos. Si los ve, llame a los oficiales."
—¡Lo ves! ¡Nos metiste en un lío por una cápsula con una chica! —gritó Ron.
—¡No es solo una chica! —Cárter apretó los puños—. Es mi mejor amiga… mi familia.
Ron se quedó en silencio. No podía decir nada ante esas palabras.
—No sé cómo saldremos de esta… —susurró.
—Yo tampoco —respondió Cárter—. Pero sentí que Alis estaba allí. No estoy loco. Solo necesito tener fe… paciencia.
Taparon las ventanas. El ambiente se volvió tenso. Fuera, la ciudad seguía su curso, pero dentro, el tiempo parecía detenerse.
El sol se alzó, y con él, un nuevo día. Cárter despertó con la vista borrosa. Alguien lo miraba. Parpadeó. Era Alis.
No dijo nada.
Solo lo abrazó con fuerza.
—¿Cómo… cómo no moriste? ¿Cómo llegaste hasta aquí? Te extrañé tanto…
Cárter sonrió, cerrando los ojos, sintiendo que, al menos por un momento, todo valía la pena.
Fin del capítulo.