Se llegó el día, la ida al campamento estaba a unos minutos de comenzar. Christian y yo arreglábamos la maleta con todo lo necesario para el fin, metíamos ropa, zapatos y algunas cosas de comida enlatada por si se ocupaba. Mi hermano subía todas las cosas al auto, cuando en la esquina logré ver a Ana cargando su maleta muy emocionada corrí hacia ella para ayudarle, pues se podía percibir que el peso en su equipaje la contenía un poco.
Llegamos al auto y metimos todo, Ana comentó que ella siempre sentía náuseas sino iba del lado del copiloto, a lo que sin problema deje que ella tomara ese lugar. Emprendimos camino y Christian comentó que aún debíamos pasar por Orlando, ya que sería un poco inútil el ir en autos separados. Al escuchar su nombre sentí mis como mis emociones cambiaban de repente, sentía como en el estómago se abría un gran hueco, aún no lograba descifrar mis sentimientos claramente lo único que sí tenía consiente es que Orlando estaba empezando a formar parte importante en mi.
Cuando llegamos a su casa, mi hermano bajó rápidamente del auto para señalar el espacio que tenía reservado para él y su equipaje, me sorprendió al ver las pocas cosas con las que iba, pues yo sentía que aún con la maleta un poco grande que llevaba no había podido meter todo lo importante. Sonreí al ver la pequeña mochila que llevaba, en ese momento sentí una exageración por todo lo que yo llevaba.
Orlando subió a la parte trasera junto conmigo, me miró y en seguida una gran sonrisa se dibujó en su rostro, pues se acercó y me saludó con un beso suave en la mejilla, no era la primera vez que lo hacía pero aún así no dejaba de alterar mis sentidos cada que él se acercaba a mí en cualquier forma.
Continuamos el camino sobre la carretera, mi hermano siempre fue muy cuidadoso al manejar es por eso que mis padres le confiaban ciegamente el uso del carro, pues sabían lo cuidadoso que es. Por un momento el ambiente comenzó a cambiar, el radio sonaba con canciones que nos agradaban a todos y seguidamente comenzamos a cantar. Todo era muy bonito, el paisaje afuera, el clima, la música y la compañía, en especial eso… la buena compañía.
Unos kilómetros adelante de la nada salió un animalito que hizo que mi hermano frenara de repente, el movimiento del carro hacía pensar que estábamos por salir de la carretera, pero como mi hermano era muy bueno al volante logró controlar la situación. Solo que hubo un gran alboroto dentro del carro. Yo había olvidado colocarme el cinturón de seguridad lo que hizo que la más afectada por el gran movimiento fuera yo, pero al sentir que me movía con gran desmedida sentí como unos brazos enormes me jalaban y pegaban hacia su gran pecho. Orlando me había sostenido para evitar que me golpeara, jalándome y abrazándome fuerte hacia él, de repente cuando logré alzar la vista y todo ya estaba controlado miré a Orlando abrazándome con preocupación.
Por un momento olvidé lo que había pasado y me perdí en su aroma y en los enormes brazos que me sostenían. No pude evitar pegarme más a él rodeando mis brazos hacia su espalda, tratando de impregnarme más de su delicioso aroma. Después él me despegó de su pecho y con un todo muy preocupado me preguntó si estaba bien, acomodo mi cabello detrás de mi oreja y reviso mi cara tomándola con sus dos manos, su preocupación era evidente y yo sentía un poco de dolor por el jaloneo lo cual no había sentido por estar entre sus brazos.
Contesté rápidamente que sí, que todo estaba bien y regresé la pregunta pero esta vez a todos, Ana y mi hermano respondieron con un sí al mismo tiempo.
Cristian bajó del auto para verificar el estado del auto y del animalito que se nos había atravesado, Orlando lo siguió. Yo también bajé del auto un poco adolorida, pero necesitaba saber si todo se encontraba bien. Después de ver que todo estuviera perfecto continuamos hacia los adentros del auto para continuar.
Mi subida fue lenta, cuando de pronto sentí la mano de Orlando apoyándome para poder subir a mi lugar, es un caballero casi pude sentir que me cargaba para poder subir. Me ayudó a acomodarme en mi lugar y me miró, nuestras caras quedaron a escasos centímetros de separación, pude sentir su respiración tan cerca de mí. Y solo mencionó.
- Déjame colocarte el cinturón, no debes estar sin el, viste lo que casi ocasiona-
Yo sentí una corriente eléctrica recorrido todo mi cuerpo, pues era la primera vez que lo tenía tan cerca y que podía respirar su mismo aliento. Cuando se retiró a su lugar, solté un suspiro enorme; no sabía cómo reaccionar después de esto, me sentía tensa pero aliviada, sabía que Orlando estaba a mi lado para proteger de mi, yo había intentado convencerme que solo podría ser mi amigo, pero cada acercamiento a él me hacía ver que no sería tan fácil lograr el solo verlo como amigo. Pues estaba entendido que en verdad me gustaba, y todo lo que él hacía por mí lo reafirmaba con más seriedad.
Durante todo el camino al lago, me preguntaba constantemente cómo me sentía, acomodo su antebrazo hacia mi cabeza excusando que yo necesitaba relajar mi cuerpo e ir cómoda durante lo que restaba de viaje. Yo no me inmuté a su recomendación, pues realmente me encantaba sentirlo cerca y más con toda esa atención que él estaba mostrando hacia mí. Me sentía en un sueño, pues mi cabeza se formaba mil escenarios donde él era mi más grande protector y eso me !encantaba!
Por fin llegamos al lago comenzamos a descender y acomodar las cosas de campaña donde nos quedaríamos, había más amigos de mi hermano esperando, ellos ya tenían un gran avance en la construcción de sus casas, pues con todo lo que había sucedido ya habíamos perdido un buen tiempo. Christian y Orlando comenzaron la construcción eran un par de expertos en el tema, no les tomó ni una hora armar las 4 casas de campar el ambiente se tornaba agradable y todos estábamos pasándola muy bien. Yo me encontraba en la orilla de mi casa sentada leyendo mi libro, pues al aire libre todo es mejor. Es una calma exagerada, con todos los factores a su favor y leer en lugares así es la gloria.
Momento después sentí una presencia, cuando alce la mirada pude ver a Orlando parado frente a mí. Se sentó a mi lado y preguntó cómo me sentía, si el golpe aún me dolía. Inmediatamente respondí que no tenía golpes, que no había por qué preocuparse, toco la punta de mi nariz con ternura y menciono que cualquier cosa que sintiera él estaría al pendiente.
Tuvimos una larga plática después de eso, seguía mostrándole las cosas interesantes que mi libro contenía y él se mostraba interesado, cuestionando cada cosa que no entendía. Pasó aproximadamente una hora cuando escuchamos la voz de los demás, organizando todo para el anochecer. Christian se encaramaría de la cena, sus amigos de comenzar una ligera vigilancia a los alrededores, era un lugar tranquilo pero aún así debíamos prevenir. Ana se pegó de inmediato a Christian, pues le encantaba cocinar.
Mi hermano le dijo a Orlando que él sería el encargado de buscar leña para la fogata de la noche, él asintió de inmediato y se levantó para ir a buscar lo necesario para la fogata. Me miró y me preguntó si quería acompañarlo, extendió la mano y yo la tomé para impulsarme y poder levantarme. Caminamos por los alrededores del lago entre los árboles buscando leños secos. Estar con él era tan fácil y cómodo, me estaba acostumbrando a su presencia y a la atención que comenzaba a darme. La plática era tan buena y nada forzada que me sentía súper a gusto con él, pero sabía que no podía estar pegada todos el día, pues no quería sentirme una carga o una responsabilidad. Solo quería que todo fluyera con normalidad y que él se acercara a mí por gusto no por obligación, continuamos caminando y recogiendo leños, cuando torpemente me tropecé con una piedra que no vi. Estaba tan avergonzada, pues precisamente no quería que él me viera como una carga y yo no dejaba de actuar como una niña que necesita cuidados recurrentes.
Orlando corrió hacia mí para levantarme, tomó mi mano y me levantó cuidadosamente, pero cuando pise firme sentí un dolor en el tobillo que no permitió que pudiera enderezarme.
Seguidamente él soltó todo lo que traía en brazos y me ayudó a sentarme en una piedra pues quería revisar si estaba herida de gravedad, yo lo calmé diciendo que solo era el dolor por el tropiezo que seguramente se me pasaría en cualquier momento. Insistió en revisar y se hincó para poder ver mejor, comenzó a girar levemente mi tobillo en círculos, para asegurarse que no fuera una fractura. Yo para intentar tranquilizarlo le dije que ya no me dolía, que el dolor estaba pasando y para que me creyera me puse de pie pero el dolor aún estaba y cuando pise el suelo sentí una gran punzada que me dobló. ¡Que vergüenza! Al caer quede encima de Orlando, pues él seguía hincado cuando yo tercamente me levanté y ahora estábamos los dos en el suelo conmigo enciama.