—Kat, ¿qué demonios es toda esa mierda que tienes por la casa, y por qué coño siento como si no te hubiera visto en una semana? —Incluso mientras hablaba, ella entraba y salía apresuradamente de la habitación. Sabe que odio cuando me ignora y ha estado haciendo esa mierda durante los últimos días, desde que recibí la llamada de que los chicos vendrían para las fiestas.
Elena estaba en su elemento, no le gusta nada más que tener una horda para alimentar y mimar. Kat había invitado a la gente de esos chicos a mi maldita casa también y mis hijos estaban perdiendo la cabeza porque la sala parecía la trastienda de una juguetería con todos los malditos regalos bajo el enorme árbol que tuve que cortar.
—La única vez que te veo últimamente es cuando es hora de dormir. Siempre estás trajinando por aquí, deja esa mierda. —Me dio una de sus miradas—. ¿Quién fue el que invitó a huéspedes para quedarse? ¿Quién fue el que me dijo la semana antes de Navidad que venía más gente?