Cuando mi polla estaba tan dura como iba a estar, me aparté de su boca y volví a bajar por su cuerpo hasta que estuve una vez más entre sus piernas, con mi polla preparada en su entrada. Ella abrió más las piernas y tomándome en su mano me guió hasta su abertura donde empujé dentro suave y fácilmente.
No hay nada mejor que mirar a los ojos de mi esposa mientras la follo. Aunque esto no era el sexo salvaje al que estábamos acostumbrados, era igual de intenso. Era más apasionado de alguna manera.
La vista de mi anillo en su dedo, mi nombre tatuado en su cuerpo, y mi hijo en su vientre. Todas esas cosas combinadas creaban una mezcla embriagadora que se unía para intensificar los sentimientos en mi pecho.
Y cuando ella me agarró con sus manos jalando mi cuerpo sobre el suyo mientras nos follábamos lento y dulce, quería golpearme el pecho como el loco del que ella siempre me acusa últimamente.
—¿Te sientes bien Ángel, esto te está lastimando?
—No, ve más rápido, más fuerte.