Traicionado por la Sangre~
Las rodillas de Avery dolían mientras fregaba el suelo. Ya era de noche, y aún no había terminado con sus tareas; en cambio, se estaban acumulando aún más. Estaba cansada hasta los huesos, sus dedos estaban casi rígidos por el exceso de trabajo. Se limpió el sudor que le corría por la frente, dejando escapar un gruñido cansado. Con la caza de sangre acercándose y más manadas llegando a la manada, la carga de trabajo se había multiplicado por diez, lo que significaba que las doncellas de menor rango tenían que hacerlo todo.