Traicionado Por La Sangre~
Cain estaba junto a la ventana, con un jarrón blanco en sus manos que seguía mirando, como si tratara de descifrar algo. La puerta se abrió de golpe, pero él no miró al intruso, su aroma ya llegaba a sus fosas nasales. Lydia irrumpió en la oficina, con las manos fuertemente apretadas a sus costados.
—¿Qué pasa ahora? —preguntó, sin dejar de mirar el jarrón.
—Marta. ¿Por qué acabo de ver a Marta en la manada, Cain? —dijo entre dientes.
Cain colocó el jarrón sobre la mesa, finalmente tomándose el tiempo para mirar a Lydia. Se veía enojada, tal vez incluso furiosa.
Cain se metió las manos en los bolsillos mientras se encogía de hombros con naturalidad.
—¿Qué pasa con Marta? —preguntó.
Lydia lo miró como si le hubieran crecido dos cabezas extra. No podía ser posible. ¿Acaso él acababa de?
—¿Qué pasa con Marta? ¡Está siendo castigada, Cain! No debería permitírsele volver a la casa de la manada —espetó.
Cain arqueó las cejas.