Capítulo 80

Traicionado por la Sangre

La Reina Ingrid estaba frente al espejo, poniéndose su camisón para la noche. El suave susurro de las sábanas de seda se agitó detrás de ella. Podía sentir la presencia del hombre antes de que incluso hablara. La cama crujió cuando él se levantó, y pronto, sintió su cálido aliento contra la nuca.

Él rodeó su cintura con el brazo, atrayéndola más cerca. Sus labios rozaron su hombro desnudo, demorándose, mientras murmuraba:

—Vuelve a la cama. Te he extrañado. Dos semanas sin una palabra es cruel.

Ingrid sonrió, pero era una sonrisa que no contenía calidez. Se dio la vuelta, encontrando su mirada, y su sonrisa se desvaneció. Lo miró, sus ojos fríos y sin emoción. Era alto, bronceado y guapo de una manera que hacía que incluso las mujeres más hermosas lo envidiaran; era todo lo que Alaric no era. Pero a pesar de la belleza que emanaba, Ingrid permaneció impasible.

Ingrid presionó un dedo contra su pecho, obligándolo a retroceder.