Traicionado por la Sangre
Avery estaba de pie junto al fregadero, lavando silenciosamente la montaña de platos que habían quedado después del almuerzo. Normalmente, habría dos sirvientas más para ayudar con los platos ya que siempre había muchos, pero hoy las chicas no se presentaron, dejando todo el trabajo a Avery.
Avery suspiró internamente mientras fregaba los platos, maldiciendo su suerte por haber elegido esta tarea. Siempre había odiado lavar los platos y ahora se encontraba haciéndolo durante toda la semana. Para ella se sentía como una tortura. Avery se giró para colocar los platos limpios en el escurridor cuando escuchó una voz ahogada que rompía el silencio de la cocina. Miró alrededor pero se dio cuenta de que era la única allí.
—Por favor... para... —la voz graznó.
Avery se quedó paralizada y lo escuchó de nuevo, mucho más claro esta vez.
—Por favor, no lo hagas —suplicó la persona.